Las capitales de Latinoamérica tienen muchas cosas en común. Una de ellas es que son faros de atracción para campesinos y pobladores rurales que tienen que irse de sus pueblos en busca de una posibilidad. El mundo se vuelve predominantemente urbano. Pero la suerte siempre termina siendo una lotería. El escritor uruguayo Eduardo Galeano escribe siempre, de manera más o menos igual, que el sistema capitalista vomita gente todos los días; personas al que el sistema lo único que les ofrece tácitamente es la muerte lenta y resignada.
Recorriendo Latinoamérica advertí dos aspectos ilustrativamente sintomáticos del padecimiento en todos nuestros países: el trabajo infantil, y con esto no descubro nada, y el trabajo anciano que no es tan advertido y que revela un mudo y desesperante intento por sobrevivir.
Calles de Bogotá (Colombia)