Fe

Puerto de Necochea, provincia de Buenos Aires

El año es viejo... y hay que quemarlo, con sus etapas y sus brujerías. El límite es el cielo señor.

Flash back

Les juro que no salió de un cuento, aunque parezca obra de ficción, una escena de Cortázar. Pero mientras la Negra y Augusto rompían las dimensiones con la armónica, Gabito en un costado me escribía un poema, elegía las palabras con juicio y se refregaba la cabeza y el pelo tratando de dar coherencia en la forma y en el contenido (a veces apoyaba su frente con el pupitre). Yahel estaba con el mate y yo jugaba con la cámara. Dicen Los Redondos que los recuerdos mienten un poco, pero les juro que puedo revivir ese momento casi por completo, con la objetividad más humanamente posible. Ese instante y ese lugar no fueron cualquiera, juro que no. Hoy, el poema que me escribió Gabito está en el corcho del comedor de mi casa, junto a una hoja de un cuento de Haroldo Conti, que también arrancó del ejemplar para darme, con una generosidad poética bastante difícil de entender... A Gabito le dio vergüenza: no se si decirme que me había parido un poema, si arrancar la página o qué, pero metió en mi mochila las dos cosas como en secreto y yo fingí no verlo. Qué tal la paradoja: no eran mis mejores días, pero sí era uno de los mejores instantes que me pasaba en mucho tiempo. ¿Se acuerdan?